miércoles, 20 de febrero de 2008

El extraño pero inconfundible sentido del ocaso


Esperando la línea 12, me sentaba un día, observando a las personas, que iban y venían, presurosas en sus pasos, quien sabe donde terminarían, en un destino trágico tal vez o quizás en uno feliz.
Movidos por inercia en automóviles caros, en chatarras de hierro, algunos de lujo, otros carritos de madera, en pequeñas motocicletas o en colectivos de pinchadas ruedas, se cruzaban sin sentido en un mundo tan perdido, sin encontrar todavía un camino, que los lleve a la verdad. Perdidos en el tiempo sin encontrar una salida, hombres y mujeres ven pasar el tiempo, aturdidos y sin ganas, como títeres de una obra, de la que no se pueden librar,
Y en medio de todo este embrollo me encuentro yo, esperando la línea 12 y queriendo sumarme al viaje sin retorno que este mundo nos ofrece.
Pero las ganas de pensar me obligan a quedarme, pienso no asistir al trabajo hoy, imagino quedarme aquí todo el día y ver como mas personas se suman al típico vaivén de idas y venidas de todos los días. No resisto pensar, caer en la repetición, odio la rutina y me asquea suponer que me pase la vida trabajando sin sentido, para conseguir nada. Quiero gritar y despertarles de ese sueño impalpable. Pero soy invisible no me ven, me encuentro aquí, ya viene la linea 12, y me tengo que ir.

SUEÑOS PERDIDOS




Que "nueva" onda tira este "nuevo" año, ropa "nueva", auto "nuevo", casa "nueva", novia "nueva", ere erea nuevo. Que bueno que todo sea nuevo, nuevos sueños inclusive, pero que hay de esos sueños viejos; de aquellos que se escondieron; aquellos que los perdimos; aquellos anhelos que se esfumaron; de aquel sueño que "cayó" en terreno pedregoso al lado del camino, que no creció, que no prosperó.
Busquemos en el baúl de los recuerdos, saquemos el moho, limpiemos el polvo de esos sueños perdidos, de esos sueños que ya se nos olvidaron.