Hace poco anunciaban con bombos y platillos que el miércoles 3 de junio seria el día más frío del año en Paraguay. Cuando todos pensábamos que caería nieve, habría tormentas con vientos huracanados, temperaturas bajo cero, nada de eso aconteció. Al final las temperaturas oscilaron entre 4 y 5 grados en Asunción. El punto de esta nueva entrada no es hablar sobre temperaturas, ni cambios climáticos ni caída de nieve. El punto es que estoy totalmente en desacuerdo con las previsiones meteorológicas. Se que los que dan esas previsiones se basan en tecnología de avanzada, grandes y potentes softwares, equipamiento de avanzada y miles de instrumentales que sirven para visualizar con cierto grado de anticipación lo que se vendrá en cuanto al clima. Pero que hay de el clima personal? Si así como lo leen, el clima que uno mismo siente, y no me estoy refiriendo a la sensación térmica, ni la temperatura corporal sino a la almatica. Esa que solo nosotros podemos ver, solo nosotros entendemos, y cada uno de nosotros podemos medir. Y para los que no creen que exista esa temperatura o para los que dudan de su verdadera eficacia a la hora de medirla, les diré que si existe. O por lo menos para mí. La incógnita surgió luego de pasar las frías noches en medio de 40º centígrados, o el sudor frío que corría por mi frente bajo el aire acondicionado. Y fue una constante pregunta, una interrogante que daba vueltas y vueltas en mi mente, por más que parezca absurdo y casi una estupidez. Me preguntaba cada momento, si existe un alma y si dicen que el peso del alma es 21 gramos, ¿como hago para medir esa temperatura almatica? Busque en Internet, busque en enciclopedias, en la RAE, en la Web semántica, en libros, pero ninguna me arrojo un resultado alentador. Pase horas, días, invertí tiempo, dinero, en descubrir esa gran interrogante. Repito, aunque piensen que es una estupidez para mi esa respuesta representaba la gloria momentánea, un clímax, mi tesis. Hasta que desistí, no pude, reconozco no logre identificar algún elemento capaz de medir la temperatura almatica. No se cuanto mide, no se si esta en Fahrenheit, Celsius, o Kelvin. Pero descubrí algo, algo que me resulto aun más sorprendente, algo que va más allá de mi interrogante inicial. Y “me supero ampliamente”. Descubrí que cada vez que sentía frío por las noches, el sudor frío en la frente, la paralización de mis sentidos, el nerviosismo penetrante, la sensación de ausencia de “algo”, la dificultad de respiración, y muchos otros sentimientos entremezclados, todos tenían algo en común, todos suponían una misma fuente. Cuando descubrí eso, ya no pude hacer nada, cuando descubrí eso, me di cuenta que me faltabas vos.
